segunda-feira, 31 de outubro de 2011

Entrevista com Eduardo Galeano para o programa Sangue Latino




Eduardo Galeano, autor de As Veias Abertas da América Latina, em entrevista no Programa Sangue Latino, do Canal Brasil.

Biografia (en español, claro!):


Eduardo Germán Hughes Galeano, nace en Montevideo el 3 de septiembre de 1940. En él conviven el periodismo, el ensayo y la narrativa, siendo ante todo un cronista de su tiempo, certero y valiente, que ha retratado con agudeza la sociedad contemporánea, penetrando en sus lacras y en sus fantasmas cotidianos. Lo periodístico vertebra su obra de manera prioritaria. De tal modo que no es posible escindir su labor literaria de su faceta como periodista comprometido.
En sus inicios fue redactor jefe de la prestigiosa revista Marcha (1960-64), publicación que durante décadas dio cobijo a las voces más interesantes de las letras uruguayas y que terminó siendo silenciada en 1974 por la dictadura. En el año 1964 Galeano es director del diario Época. En 1973 Galeano tuvo que exiliarse a Argentina en donde funda y dirige una revista literaria titulada Crisis, en la que también destaca la labor del poeta Juan Gelman. 

   
Sus primeros escritos son reportajes de corte político en los que la realidad aparece continuamente golpeada por las circunstancias. Tanto el reportaje titulado "China" (1964) como "Crónica de un desafío", del mismo año, o "Guatemala, un país ocupado" (1967) reflejan una escritura de urgencia, de denuncia, que retrata la cotidianeidad de unos tiempos difíciles con una escritura situada siempre en primera línea de los hechos que vertebran el presente. Con "Las venas abiertas de América latina" (1971), explicativo título, logró su obra más popular y citada, condenando la opresión de un continente a través de páginas brutalmente esclarecedoras que se sumergen en la amargura creciente y endémica de América Latina. Esta obra ha sido traducida a dieciocho idiomas y mereció encendidos elogios desde diversos sectores.
Junto al Galeano periodista empieza a aparecer el Galeano narrador que prolonga en sus obras su visión de América Latina. De la novela corta "Los días siguientes" (1963) a los relatos contenidos en "Vagamundo" (1973) pasan diez años pero se mantiene una misma percepción de las cosas, continuada en "La canción de nosotros" que merecío el premio Casa de las Américas de 1975. En Galeano el contexto político y social no puede eludirse y es el marco central en el que transitan sus historias. "Días y noches de amor y de guerra" (1978) se enmarca en los difíciles días de la dictadura en Argentina y Uruguay.

    
Con la "Memoria del fuego" hay una recuperación del pasado indigenista. Esta obra narra la odisea de las dos Américas, centrándose en los hechos más cotidianos, componiendo una trilogía febril e incisiva, apoyada en la rigurosidad de las fuentes y en la que se entrecruzan crónicas históricas con pinceladas del presente, siempre en busca de un futuro más justo. De aquella trilogía histórica formaban parte "Los nacimientos" (1982), "Las caras y las máscaras" (1984) y "El siglo del viento" (1986). En los tres libros hay un mismo objetivo y como dice el periodista italiano Gianni Miná, una voz incisiva y militante que trata de impedir que se olvide la tragedia que asola a quienes viven en el más completo subdesarrollo.

   
Un año antes de la publicación de "El siglo del viento" y una vez terminada la dictadura uruguaya regresa a Montevideo. Tres años después firma "El libro de los abrazos", de contenido más sutil y poético. El propio Galeano definiría de este modo la raíz de esta obra: "Creo que un autor al escribir abraza a los demás. Y éste es un libro sobre los vínculos con los demás, los nexos que la memoria ha conservado, vínculos de amor, solidaridad. Historias verdaderas vividas por mí y por mis amigos, y como mi memoria está llena de tantas personas, es al mismo tiempo un libro de "muchos"... Es un equívoco que ha fragmentado los lazos de solidaridad, que ha condenado a este mundo de finales de siglo a tener hambre de abrazos, a padecer de soledad, el peor tipo de soledad: la soledad en compañía. Es el mismo proceso que se manifiesta con la pobreza".

     
 El mismo año de "El libro de los abrazos" aparece "Nosotros decimos no". En 1992 publica "Ser como ellos y otros artículos" y un año después "Las palabras andantes", recopilación de cuentos y reflexiones ilustrados por el artista brasileño José Francisco Borges. El propósito de Galeano en los 90 sigue siendo el mismo que le había impulsado en las otras décadas. Palpar la realidad y luego derramarla en un libro. Como respiro, muestra su pasión por el fútbol y lo reivindica desde la literatura, al modo que también hará Javier Marías, en un libro titulado "El fútbol a sol y sombra".

    En 1998 Galeano ofrece en "Patas arriba. La escuela del mundo al revés", otro de esos libros de denuncia que no edulcoran el presente ni rehuyen de sus sombras.
La voz de Galeano suena clara en el marasmo de intereses e injusticias cotidianas. Más allá de una obra literariamente sólida, está la figura del cronista que persigue injusticias, que conjura temores, que rescata del abismo personajes e historias postergadas.

    La obra de Eduardo Galeano nos convoca a mirar qué pasado hemos levantado y qué futuro estamos dejando para nuestros descendientes. Establece un frente común contra la pobreza, la miseria moral y material, la hipocresía de un mundo que sigue abriendo cada vez más distancias entre los que tienen y los que no tienen. Lo demagógico puede ser un riesgo inevitable en este tipo de propuestas, pero Galeano la salva con un estilo conciso, brillante y, sobre todas las cosas, necesario. En Eduardo Galeano hay un compromiso constante con el ser humano y sobre todo una fidelidad a unas ideas que condenan el neoliberalismo y que siguen apostando por un socialismo real, no de andar por casa, y que de alguna forma recupere el pulso perdido, lejos del presente en el que el hombre es visto como una mercancía y en el que parece que no hay lugar para las utopias.

Divulgando: Grupo de Apoio ao Luto no DF


Uma belíssima iniciativa da colega Karina Rocha cuja proposta é promover acolhimento àqueles/as que estão em momentos de elaboração do luto.


Latência



E. Hopper - Sol num quarto vazio (1963).
Obs: sinto esso quadro no meu plexo solar.

domingo, 30 de outubro de 2011

O hemisfério déspota e o ocaso da poesia, TED do psiquatra inglês Iain Mcgilchrist



Depois de assistir este vídeo podemos chegar a conclusão de que nosso curto fim de semana, em detrimento dos outros longos cinco dias de trabalho, é resultado do infame e tirânico hemisfério esquerdo do cérebro humano!

Brincadeiras à parte, este é um excelente vídeo que encontrei na página do TED (www.ted.com). O orador da breve apresentação é o psiquiatra britânico Iain Macgilchrist, homem de várias formações ilustres que impressiona pela sua erudição e capacidade de tecer uma narrativa interdisciplinar.

O conteúdo desta animação resulta de alguns anos de pesquisa e um livro escrito por Macgilchrist, The Master and his Emissary (2009). Sua premissa básica é de que devido a alguns eventos evolucionários e características anatomo-fisiológicas, os hemisférios do cérebro teriam aptidões e influências diferentes sobre como construímos nossa percepção e estar-no-mundo. O esquerdo seria responsável por uma visão mais precisa, pragmática, concreta e materialista do mundo. Já o direito nos proporcionaria  a capacidade de apreender a realidade em termos gerais e metafóricos, entre outras experiências, aquela que Romain Rolland qualificaria como o "sentimento oceânico" ou a percepação de unicidade com o universo, de transcendência. 

Indo da biologia, passando pela psiquiatria e psicologia, chegando enfim à filosofia e sociologia, este vídeo mostra em quinze minutos uma síntese da teoria de Macgilchrist, expondo suas premissas e seus corolários. A conclusão? Que teríamos hoje em dia seria o domínio do hemisfério esquerdo resultando em uma  sociedade ocidental dirigida por impulsos materialistas e fixada numa meritocracia pragmática capitalista.

Aconselho assistir duas vezes. Da primeira deixe-se levar e na segunda perceba as inconsistências teóricas que surgem ao se estabelecer causalidades entre fenômenos biológicos e culturais. Mesmo levando-as em consideração, adorei o fato de que o discurso biomédico, mediante o encontro com as ciências humanas e sua linguagem, está conseguindo chegar a determinadas conclusões que ajudam a desconstruir a incessante desertificação do real. 

Para uma excelente entrevista que expõe o pensamento do autor deixo este link, que infelizmente só está disponível em inglês: http://frontierpsychiatrist.co.uk/interview-with-iain-mcgilchrist/. Aliás, se houver alguma dificuldade em entender o vídeo, na página do TED é possível assistí-lo com legendas em português.



Um excelente domingo para todos e lembrem-se: amanhã, segunda, é obra dos hemisférios esquerdos!





sexta-feira, 28 de outubro de 2011

quinta-feira, 27 de outubro de 2011

A lâmpada e o inseto, uma breve análise de Franz Kafka.





No meio duma praça vazia, gelada e nevada, um longo inseto joga um balde num poço. Ele cai durante alguns segundos e do vazio bocejante vem um som seco. Não há água. A criatura recua, ansiosa. Permanece imóvel. Seus olhos verde violáceos vibram. Chegara a época da sede.

Aos 36 anos de idade, Franz Kafka vive uma crise de esterilidade artística. A primeira grande guerra havia acabado, ele estava apaixonado e vivendo seu sonho de ser escritor, no entanto sentia-se impedido de mergulhar em si para ressurgir com símbolos e prosa. Havia um obstáculo indefinido algo intangível que o detinha. Da busca obstinada pela razão ou a forma de seu impasse surgiu uma figura distinta a quem muito do seu sofrimento atribuiu importância: seu pai.

Escrito com letra grande e descuidada, as poucas correções parecem indicar que Kafka redigiu a Carta ao Pai com a firme intenção de enviá-la ao próprio. Todavia não conseguiu fazê-lo. Possivelmente devido a algum receio agudo sentido no instante, acabou por entregá-la à mãe sabendo que nunca chegaria ao seu destinatário. Assim percebia sua mãe, como uma sombra de seu pai. Apesar de ter sido sempre sensível ao mal estar do filho, muitas vezes foi percebida como santa e vista como salvadora e mártir, ainda assim, compactuava com os métodos educacionais do velho Kafka. A mãe prendia-o à órbita maligna do pai.

O estilo literário da carta é advocatício, aprendido durante os anos de faculdade de direito: é uma petição ao pai "juiz, tirano, regente, rei e Deus". Numa alternância de irrefreada acusação e confissão, Franz expõe, desde sua infância, como sua relação com seu pai ocorreu social e intimamente. O tema afetivo predominante da narrativa será a culpa de não ter sido aquilo que seu pai queria que fosse. Contudo a mimese dos mores e da performance paterna, tão almejadas, será repudiada ou questionada pelo próprio autor. Revela-se então uma ambígua relação de intenso amor e desmedido ressentimento pelo pai, resultando num devaneio sobre o exercício do Poder e a manutenção da Moral. 


Em parte, esse ressentimento se originou duma contraposição de interesses materiais: devido a determinadas contingências sócio-históricas do final do império austro-húngaro, a geração de pais judeus que havia ascendido comercialmente entrava em freqüentes conflitos com seus filhos, que buscavam nos estudos acadêmicos a garantia de empregos mais estáveis que os protegessem do crescente anti-sionismo que acompanhava a criação de uma cultura e identidade nacional germânica entre populações de origens étnicas variadas. Franz desempenhou seu papel histórico: assumiu com absoluta abnegação a iniciação no mundo do trabalho apesar de, em certos instantes, sentir-se martirizado a ponto de pensar em suicídio. Alegava que o trabalho o deixava exausto e despido de criatividade. 

Voltando à carta. Não obstante o viés acusativo, certa produção de sentido ocorre no instante confessional de sua narrativa. Percebem-se princípios de subjetivação articulados pela capacidade extraordinária de descrever e metaforizar sua neurose, uma aproximação inconsciente dos complexos onde finalmente Kafka lhes dá vida em prosa, infelizmente sem nunca obter um insight sobre como transcender o insustentável pesar da sua vida. Franz buscava desesperadamente tornar-se o autor de sua própria narrativa, algo que nunca alcançaria. Nosso herói será sempre o personagem de uma reelaboração sisífica, que invariavelmente se constituirá de "narrativas grávidas de uma moral, que jamais dão a luz" (Walter Benjamin). Acho que esse insight e subjetivação talvez pudessem ter ocorrido durante uma intervenção terapêutica, num passado alternativo, em que o escritor se encontrasse com o Freud ou o Jung.   

Finalmente, voltando ao pai da carta, surge uma qualificação que sintetiza a produção de sentidos de Franz: seu pai é uma "figura mística, uma espécie de Deus todo poderoso". Acredito que mais do que um Javé, ele fora percebido como um demiurgo. O próprio sentido da palavra torna possível concebê-lo como um complexo sobrepujante que atrai e subjuga todos os outros agrupamentos de conteúdos subjetivos. Sua intensa carga afetiva acabava por agenciar esses outros conteúdos. 


Exemplo dessa inflexão é como Franz concebia sua vida romântica, onde uma constante desaprovação do pai se manifestava pela determinação de que nenhuma mulher de sua escolha seria boa o suficiente, o pai tendo proposto arranjar dois casamentos. Entretanto contrariando os desígnios paternos, Kafka sempre escolheu livremente as moças com as quais tinha namoros breves. Estes muitas vezes se resumiam a uma intensa atividade de cartas escritas, que rapidamente se transformavam em noivados sem conclusão. Apesar de sua rebeldia e ímpeto, Franz sentia-se incapaz de casar. Nunca teria todas as qualidades que seu pai tinha, nem as mulheres pelas quais se apaixonava seriam boas o suficiente. Terminava sempre por considerá-las inferiores, despidas de interesse, caricatas. 


Outro complexo, ou agrupamento de sentidos, profundamente influenciado pelo paterno era a sua concepção do próprio corpo. O próprio Franz comenta que mesmo sendo mais alto que o pai, sentia-se sempre menor, inferior, fraco, doente. Mas nunca o fora, era sim um reconhecido esportista, naturista e vegetariano. Não é nenhum lance extraordinário do espírito conjecturar onde e como se formou sua hipocondria.

Para complementar essa breve construção interpretativa desse autor fundamental do século XX, gostaria de apresentar rapidamente três de suas obras que podem nos fornecer mais insumos para possíveis reflexões:

- O Castelo: consiste na história de um agrimensor chamado K. (mesmo sobrenome do protagonista do livro O Processo) que é contratado por um grupo de oficiais dum vilarejo que vivem num castelo. Contudo, por mais que tente, K. não consegue entrar em contato com eles, esperando no vilarejo por sua entrevista até morrer. As interpretações do livro são muitas, desde uma crítica à burocracia estatal até uma interrogação religiosa judaica. Há também a possibilidade duma análise de viés psicanalítico, onde o castelo seria o inconsciente de K. e a vila sua consciência. Contudo por se tratar de um autor do século XX, vivendo as incertezas geradas pelo incessante processo de urbanização e industrialização européia, além da Primeira Guerra Mundial, Kafka apresenta-nos um personagem que, assim como mais tarde Albert Camus nos revelará, não encontra respostas para suas interrogações humanas, diante de um mundo que mal responde. Fazendo uso de uma premissa absurda, o personagem do escritor indica não haver a possibilidade de revoltar-se contra o mundo. Ao mesmo tempo em que toma conhecimento do absurdo que é sua eterna espera, o personagem percebe que foi absorvido pela rotina da espera aos oficiais, agora natural, fatal.

- O Processo: Josef K. acorda certa manhã e sem motivo algum é preso, sendo sujeito a um longo e incompreensível processo por um crime nunca revelado, que ele mesmo desconhece. A narrativa é carregada e conduzida em uma atmosfera desorientada e avulsa na qual o personagem Josef K. está imerso. Tal atmosfera deve-se mormente à seqüência infindável de surpresas quase surreais, geradas por uma lei maior e inacessível, que está  no entanto em perfeita conformidade com os parâmetros reais da sociedade moderna. O absurdo presente em toda obra é o que dá ao leitor a sensação incômoda própria do estilo da obra kafkaniana. Nesta obra dois elementos de análise despontam imediatamente, um deles sendo a arbitrariedade legal do sistema que o processa - numa clara referência ao pai - e o outro é um insight pré foucaultiano sobre a cada vez mais sofisticada sociedade disciplinar industrial européia (ordenação do espaço, do tempo de trabalho, dos moldes sociais através dos agenciamentos contidos nos discursos de territorialização).

- A Metamorfose: "Quando Gregor Samsa despertou, certa manhã, de um sonho agitado viu que se transformara, durante o sono, numa espécie monstruosa de inseto." Esta é uma história de caráter profundamente biográfico cujo centro da narrativa não é tanto Gregor senão sua família e a metamorfose desta. Este grupo de pessoas passará de uma postura de desespero e medo empático à necessidade de emancipação e hostilidade. Apesar de ter se tornado uma barata, Gregor buscará manter-se fiel às suas rotinas. Porém seu corpo o faz perceber que não é mais humano. O horror à sua nova fisionomia gera um sentimento de rejeição e desprezo por parte de sua família. Pior, o verme lhes dá razão, e antes de morrer se assegura que seu fim é absolutamente necessário para que sua família possa ser livre e romper a tétrica simbiose que tem com Gregor. Darei algumas sugestões para eixos de análise: opostos conflitantes, dinâmica familiar e corpo. Quem leu o livro concorda?

Leiam Kafka. É mais que literatura.

Muito obrigado!




terça-feira, 25 de outubro de 2011

Terapias do Armário: Onde Eros encontra Jeová

As amplas transformações sociais que ocorreram ao longo do século XX, em consonância com o surgimento de novos saberes sobre a sexualidade humana, influenciaram diretamente as mudanças de posicionamento da psicologia, medicina e áreas da saúde acerca das concepções teóricas patologizantes da homossexualidade.

No entanto, tais mudanças de posicionamento não foram aceitas hegemonicamente. Diversos grupos compostos por psicólogos e médicos conservadores se organizaram em uma tentativa de reafirmar as velhas concepções patologizantes que classificam a homossexualidade como um transtorno, a fim de deslegitimar esses novos saberes que a concebiam como uma possibilidade natural e saudável da orientação sexual humana. Esses grupos promovem as ditas terapias de “reparação” ou “reversão” da homossexualidade para a heterossexualidade. Com sua proposta terapêutica afirmam categoricamente que a inclusão de homossexuais no meio social não deve proceder pela aceitação e tolerância de suas práticas e sim pela completa transformação e cura de sua sexualidade desviante.

A premissa teórica fundamental que orienta a prática das terapias reparativas é a idéia que todo homossexual, lésbica ou bissexual é portador de um tal de “transtorno de déficit de gênero”. No caso do homem, esse déficit se refere a uma falta de masculinidade, que por sua vez seria o fator desencadeante da atração sexual homoerótica. O homossexual, por sofrer dessa “falta" inerente a sua condição, projetaria seus desejos, fantasias e demandas em homens idealizados, que supostamente possuiriam a masculinidade que ele não possui.

A etiologia da homossexualidade masculina é descrita pelos terapeutas do armário como tendo origem na infância, a partir de problemas vinculados as relações parentais, abusos sexuais e experiências traumáticas. No campo das relações parentais, a mãe ou a figura feminina que ocupa esse papel é descrita em relação ao filho como sendo demasiadamente dominadora, possessiva e amorosa, mantendo uma relação de proximidade tal, que a criança criaria ao longo de seu desenvolvimento uma falsa identidade baseada em “identificações inadequadas” com a figura materna, se afastando então de sua “autêntica identidade masculina”. Já o pai aparece como uma figura emocionalmente ausente, indiferente e hostil, que teria sido incapaz representar seu papel como principal figura masculina de referência para a criança.

Nesse aspecto, a homossexualidade é definida como uma patologia do desenvolvimento que teria sua origem na conformação incompleta ou defeituosa do Complexo de Édipo, conceito psicodinâmico cunhado pelo fundador da Psicanálise, Sigmund Freud.

Partindo então da premissa que a homossexualidade é um transtorno do desenvolvimento, afirmam tais “terapeutas” que os homossexuais que procuram as terapias reparativas sofrem de uma intensa insatisfação consigo mesmos e consideram a sua própria conduta como uma violação de seus desejos, valores e objetivos de vida. Procurariam auxílio terapêutico com o objetivo de modificar sua orientação sexual não desejada e desenvolver sua potencial heterossexualidade inata.

A homossexualidade é então interpretada como uma busca inconsciente por autonomia, reconhecimento e autenticidade. Uma tentativa de reestruturar o equilíbrio da psique, abalado pelos traumas e abusos vividos na infância. As relações homoeróticas produziriam alívio aos sentimentos de vergonha, insignificância, isolamento, humilhação e alienação experimentados pelos homossexuais na “relação conflituosa” com seu “falso eu”, gerando em contrapartida sentimentos de segurança, autoestima, afeto e admiração, oferecendo ao sujeito uma aparente reparação a seu déficit de masculinidade.

O aparente bem-estar experimentado através da relação homoerótica, segundo essa abordagem, seria geralmente substituído por uma presente sensação de inautenticidade e profundo mal-estar. A busca pela resolução dos traumas do passado através da conduta homossexual estaria destinada ao fracasso, pois em vez de solucionar o problema, geraria falsas expectativas, além de intensificar o sofrimento e a sensação de insatisfação, devido a seu caráter auto-destrutivo.

Para os terapeutas do armário, a dinâmica psicopatológica da homossexualidade geraria sérias conseqüências para a saúde mental dos sujeitos. A homossexualidade, entendida como “transtorno de déficit de gênero”, se configuraria como uma patologia que teria uma tendência para desencadear vários outros tipos de transtornos psiquiátricos. Assim, tais terapeutas afirmam categoricamente que a homossexualidade está relacionada a índices elevados de comportamento sexual de risco, transtornos alimentares, violência, transtornos de personalidade anti-social, drogadicção, parafilias, compulsão sexual, tentativas de suicídio e desordens de personalidade em geral.

Nesse contexto, as terapias reparativas funcionariam como uma ferramenta capaz de trabalhar as questões do passado, através da compreensão dos conflitos parentais edipianos. Seu desejo homoerótico seria desmistificado através do reconhecimento das necessidades legítimas de atenção, afeto e consideração por outros homens, que não foram supridas na infância. Assim, o homossexual aprende a satisfazer suas demandas afetivas com outros homens sem a necessidade de sentir desejos homoeróticos.

A primeira questão fundamental que deve ser problematizada diz respeito aos fundamentos teóricos que sustentam a premissa de que a heterossexualidade representa o natural, normal e saudável enquanto que a homossexualidade é definida como desviante, anormal e patológica. Aqui eu questiono o que é considerado natural e como esse natural é justificado no contexto das terapias reparativas.

Os terapeutas do armário afirmam que sua posição filosófica é essencialista. Acreditam que a estrutura anatômica sexual humana possui um design, cuja finalidade específica seria a relação sexual entre um homem e uma mulher com o objetivo único de reproduzir a espécie. Ainda afirmam que a identidade de gênero masculina ou feminina e a orientação heterossexual são desdobramentos dessa natureza biológica.

A questão é que a própria natureza não corresponde com idéia de coito com finalidade reprodutiva, visto que em varias espécies animais em que se pesquisou a sexualidade, o comportamento homossexual foi observado.

Mesmo a biologia, medicina e psicologia não chegaram a uma conclusão definitiva sobre as bases inatas da sexualidade. Na atualidade, a definição compartilhada pelas áreas citadas é a proposta pela Organização Mundial da Saúde, que considera a sexualidade como um fenômeno atravessado por uma pluralidade de dimensões que não pode ser reduzido a lógica do determinismo biológico. Aspectos da orientação sexual e identidade de gênero como desejos, fantasias, crenças e pensamentos se remetem a processos subjetivos engendrados por agenciamentos sociais, históricos, culturais e morais.

Dessa forma, a extensão da noção de anatomia sexual para a orientação sexual e identidade de gênero é inconsistente na medida em que nega grande parte das reflexões e evidências apresentadas por várias áreas do conhecimento. Além de diminuir o papel do contexto histórico, da cultura e dos valores na construção das identidades sexuais, em defesa de um reducionismo biológico arcaico. Por este mesmo motivo, não é a toa que toda a produção bibliográfica das terapias do armário ocorra fora do circuito acadêmico.

Se as terapias do armário não encontram subsídios teóricos consistentes nas teorias biológicas, me pergunto se não há outra fonte de conhecimentos da qual ela retira suas idéias de naturalidade da orientação sexual e identidade de gênero. Nesse sentido, aponto para um vínculo entre as terapias reparativas e concepções teológicas da existência.

A idéia de que a humanidade foi desenhada para a heterossexualidade foi concebida por vários grupos religiosos tradicionais, principalmente o cristianismo. E os terapeutas do armário não temem enfatizar que as concepções religiosas devem ser respeitadas como aspectos bem vindos da diversidade intelectual e que a filosofia da “lei natural” derivaria do conhecimento coletivo e intuitivo da humanidade.

As bases que fundamentam as terapias reparativas são teológicas e não epistemológicas. O discurso científico, nesse contexto, cumpre a função de legitimar a idéia de pecado, transformando-a em patologia, oferecendo-lhe um caráter cientifico e por isso “verdadeiro”.

Outro tópico relevante, diz respeito à tentativa de justificar e fundamentar a noção de “transtorno de déficit de gênero”, termo elaborado para qualificar a homossexualidade como patológica. Os terapeutas da reparação utilizam a teoria psicanalítica de Sigmund Freud, onde o conceito de complexo de Édipo é utilizado na tentativa de naturalizar os papéis parentais e a identidade sexual e de gênero da criança.

Esquecem os terapeutas do armário que o próprio Freud questionou a noção de uma heterossexualidade biologicamente determinada e também afirmou que a homossexualidade não era necessariamente uma patologia em si, reiterando a necessidade de mais investigações e estudos nessa área. Por fim chegou até a considerar a hipótese de que a bissexualidade seria possivelmente a base natural da sexualidade.

Como conseqüência, da mesma forma que a naturalização do coito vaginal exclui as relações homoeróticas e todas as formas de sentir prazer sexual não-reprodutivas, a naturalização dos papéis parentais exclui as variadas possibilidades de configuração familiares que existem hoje. É nesse contexto que as formas de parentesco que não obedecem à lógica binária heteronormativa, garantida pelo casamento monogâmico, seriam consideradas nocivas para a criança, pois supostamente comprometeriam seu “desenvolvimento natural e saudável”.

Os terapeutas do armário também afirmam que a homossexualidade, enquanto “transtorno de déficit de gênero”, contribuiria para o desenvolvimento de vários tipos de transtornos psiquiátrico em freqüência muito maior que na população heterossexual. Dessa forma, o suicídio, ansiedade, depressão, e transtornos afins que acometem homossexuais, derivariam de sua própria estrutura psíquica enferma.

Porém, o que não é levado em consideração, mas é de extrema importância para compreensão dos problemas relacionados à saúde mental da população LGBT, é o ambiente social extremamente hostil, repressivo e discriminatório que se faz presente. Dessa forma, a discriminação gera uma situação social de desamparo tal, que a alta incidência de depressão, ansiedade, comportamentos autodestrutivos, tentativas de suicídio e abuso de drogas entre homossexuais não causa nenhuma surpresa.

Os terapeutas do armário argumentam que a homofobia não pode ser tomada como explicação para a freqüência de tantas patologias psiquiátricas em homossexuais, pois estudos demonstrariam que mesmo em países tolerantes com a homossexualidade, a ocorrência de patologias é elevada e não muito diferente de países considerados intolerantes.

A primeira consideração a ser feita é de que políticas de aceitação e tolerância a homossexualidade não indicam necessariamente que em tais países os homossexuais sejam tolerados e aceitos. As pesquisas de opinião realizadas em vários países com gays e lésbicas, demonstram que a violência física e simbólica é um aspecto presente em suas vidas.

Desse modo, as declarações dos terapeutas do armário subestimam o impacto que a heteronormatividade e a homofobia possam ter na saúde mental de homossexuais. A negação de tais fatores serve ao claro propósito de confirmar as premissas patologizantes da homossexualidade.

Sobre as questões ligadas a prática clínica, os terapeutas do armário defendem que suas técnicas e procedimentos psicoterapêuticos auxiliam os homossexuais a recuperar sua masculinidade inata, e conseqüentemente sua autoestima, confiança e qualidade de vida.

Afirmam que os resultados obtidos comprovam a eficácia de tais terapias em curar a homossexualidade. Reiteram também que atendem exclusivamente sujeitos insatisfeitos com sua homossexualidade e que desejam voluntariamente modificar sua orientação sexual para heterossexualidade.

No entanto, as terapias do armário são práticas antiéticas por apresentarem uma base teórica inconsistente e um material empírico questionável, além de terem como fundamento um discurso religioso moralizador que condena e denigre a homossexualidade. Os questionamentos sobre a noção de natureza, desenvolvimento, relações parentais, orientação sexual e identidade de gênero, demonstram a fragilidade argumentativa de tais terapias.

A impasse ético que reside no cerne da questão é que os conflitos e angústias experienciados pelos homossexuais são interpretados pelos terapeutas do armário como tendo origem em seu desejo homoerótico e não no ambiente social hostil em que o mesmo está inserido. O terapeuta torna a homossexualidade o foco da terapia, interpretando-a como a fonte de sofrimento do sujeito, pois considera que em todos os homossexuais há uma heterossexualidade inata que não foi desenvolvida adequadamente e que por isso sofrem por sua condição.

Portanto, como contraponto a posições moralizantes e normatizadoras da sexualidade por parte de profissionais de psicologia, a formação do psicólogo deveria contemplar estudos mais aprofundados sobre gênero e sexualidade. Estudos que não se limitem ao âmbito das teorias psicológicas sacralizadas, pois isso possibilitaria aos psicoterapeutas e futuros psicoterapeutas, nem tanto uma visão diferenciada ou mais adequada sobre a sexualidade, mas a construção de uma reflexão crítica sobre as próprias condições em que o olhar clínico das teorias psicológicas sobre a sexualidade emerge a partir de condições históricas, culturais e sociais. Permitiria aos clínicos refletir sobre as relações de poder que engendram a complexa rede de interações entre terapeuta e paciente, além de trazer a possibilidade da desconstrução de categorias clínicas reificadas e naturalizadas sobre a sexualidade que ainda permanecem no discurso de muitos profissionais e currículos acadêmicos, fazendo-se reconhecer sua natureza metafórica, transitória e contextual.

Nesse sentido, as verdades construídas socialmente sobre os corpos e o sexo devem ser questionadas, criticando a forma como as mesmas são idealizadas e essencializadas em modelos restritos de identidades e condutas. A desconstrução da pedagogia heteronormativa possibilita o rearranjo dos discursos sobre sexualidade, tornando-os plurais, flexíveis e menos normativos.

sexta-feira, 21 de outubro de 2011

“Loucura, experiência religiosa e silenciamento”, fala apresentada pelo professor José Bizerril - doutor em antropologia social - PPGAS/UnB e docente do curso de psicologia FACES – UniCEUB, no XII Congresso da ARIC, seguido por comentários do autor do blog.


Resumo:

A emergência da psicopatologia como campo do saber e campo de intervenção clínica e hospitalar está marcada por um movimento, do pensamento laico ocidental, caracterizado pelo silenciamento de experiências e visões de mundo irredutíveis ao discurso racionalista. Se, por um lado, a desrazão foi desprovida da prerrogativa de enunciar um discurso de verdade, como indicado nos clássicos estudos de Foucault sobre a loucura na modernidade, por outro, também a experiência religiosa correu o risco de ser inteiramente reduzida à patologia. A fenomenologia da psicose, conforme suas descrições psiquiátricas no DSM-IV-TR e na CID-10, pode facilmente se prestar a classificar, indiscriminadamente, crenças exóticas e experiências sensoriais não-compartilhadas pelo profissional de saúde como sintomáticas de transtorno mental grave. Considerando a realidade do atendimento de saúde mental no Brasil, principalmente a violência e a desumanização que - a despeito do movimento de reforma psiquiátrica - ainda o caracterizam, receber um diagnóstico psiquiátrico têm sérias conseqüências humanas. Sem me propor a resolver o delicado problema epistemológico da distinção ontológica entre experiência religiosa e "doença mental", problematizo as classificações psiquiátricas e apresento alguns critérios mínimos para excluir do psicodiagnóstico formas comuns de experiência religiosa brasileira.

Para versão completa ir ao link a seguir e procurar por Bizerril:


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Um rapaz comum numa igreja no centro da cidade do Rio de Janeiro está chamando multidões: vê e ouve a Virgem Maria, depois transmite aos fiéis as suas mensagens enquanto entoa cantigas em seu violão. Exu Mangueira, Marabô e Caveira estão na gira, charutos furibundos acesos, para quebrar as demandas de uma senhora que tem dores crônicas nas costas, resultado do mau olhado da vizinha. Um homem espera deitado em sua cama, vestido de branco, as quatro da tarde, pela cirurgia espiritual que o livrará das influências nefastas dos obsessores que o entristecem e cansam. Um grupo de cinquenta pessoas acaba de ter uma miração onde o espírito do chá do daime, guardião de um conhecimento ancestral da relação do indígena com a floresta, lhes mostrou como todos os seres deste planeta são um organismo e espírito só.

O cotidiano brasileiro muitas vezes me assombra: tenho a impressão de que este país é uma fonte de milagres, maldições e magia. Vivemos em um cosmo encantado (excelente termo do professor Bizerril), com dias, muitas vezes, pesadamente permeados de prosa e poesia mística, onde os deuses se alastram desde as calçadas até os domicílios, repousando em seus templos e desempenhando funções em espaços públicos. Como diz o preâmbulo de nossa constituição, documento que estabelece nosso Estado de direito, supostamente laico: “(...) promulgamos, sob a proteção de Deus, a seguinte Constituição da República Federativa do Brasil”.

Como psicólogo me pergunto como lidaria com uma situação clínica onde a produção de sentidos que permeia a narrativa d@ paciente (que palavra terrível essa, tema para futuras discussões) fosse norteada por uma simbologia e disposições corporais articuladas por uma semântica e performance religiosa? Processos de individuação, empoderamento, insight e sociabilidade que ocorrem a partir de epistemologias e tecnologias corporais não validadas e reconhecidas pela academia. Como interpretarei tais processos? Serão alucinações, delírios? Se me guiasse pelos diagnósticos do DSM-IV-TR ou CID-10 chegaria a conclusão de que as religiões precisam de antipsicóticos e esses neurolépticos seriam o apocalipse do Vaticano. Richard Dawkins adoraria essa idéia...

As últimas afirmações são um exemplo de reductio ad absurdum, que no entanto, aparecem frequentemente escamoteadas e diluídas nos discursos racionalistas e reducionistas propagados pela medicina ocidental. Tenhamos em mente uma verdade honesta e impiedosa: nossos currículos acadêmicos, doutrinados pela comunidade discursiva dos profissionais da saúde, essencialmente os representantes dos conhecimentos biomédicos, são compêndios de conhecimento anatomofisiológico e patológico. Como diz o professor Bizerril (2002): “a questão do assim chamado psicossocial é um adereço, um ornamento (...)” somado homeopaticamente à nossa formação, que felizmente, ganha certo espaço e profundidade na mão de alguns excelentes professore/as.

Isso me leva a acreditar firmemente que a ausência de uma boa compreensão cultural do lugar no qual se situa o sujeito brasileiro é uma das piores lacunas de nossa educação psicológica. Mas, atenção: quando digo “sujeito brasileiro”, me refiro a um fenômeno identitário complexo, construído por uma miríade de disposições corporais, performances e discursos oriundos de uma realidade sóciocultural multiétnica. Portanto, o termo “sujeito brasileiro” não é uma acepção ingênua totalizante, que corresponderia a uma aglutinação e homogeneização conceitual duma identidade coletiva (nacional) impossível, como, por exemplo o termo povo brasileiro. Pelo contrario, “sujeito brasileiro”, leva em seu leque semântico, como sentido dominante, a palavra “polifonia”: a idéia de participação das várias vozes - das várias etnias - que formam o país Brasil, na constituição dessa identidade subjetiva e nacional; levando em conta sempre que dependendo das condições sócio-históricas, econômicas, culturais e regionais, algumas dessas vozes terão os meios de silenciar outras, impondo-se, tornando-se hegemônicas, produzindo assim uma imensa variação de narrativas subjetivas pelos sujeitos brasileiros, cada qual com características específicas atreladas aos dispositivos de controle discursivo e prático, instituídos.

Assim sendo, retomo a pergunta: como atuar diante de um sujeito polifônico que traz ao consultório uma imensa riqueza de recursos discursivos e performáticos que podem passar por uma produção de sentidos construídos sobre os vários discursos e performances religiosas brasileiras? É fundamental que o psicólog@ tenha uma capacidade crítica, analítica e arcabouço cultural que permita distinguir claramente o contexto no qual se insere a expressão de seu paciente. O exercício da clínica torna-se então uma verdadeira etnografia da subjetividade do paciente, onde são inúmeros os fatores que podem interferir na compreensão sensível, por parte d@ psicólog@, duma narrativa atravessada pelo religioso. Ao pensarmos sobre esses fatores, percebemos que há uma enorme quantidade deles,  e estes vão desde o racismo – resultado de como “(...) preocupações eugênicas marcaram o conluio entre polícia, ciências da saúde e igreja na perseguição sistemática às religiões afrobrasileiras (...)” (Bizerril, 2002) – até a compreensão do fenômeno de sofrimento e individuação no presente sistema econômico ocidental, que naturalizado, muitas vezes deixa passar desapercebido que  “(...) a subjetivação e lógica pela prática do consumo da parcela da população mundial plenamente incluída no sistema capitalista, caracterizada pela hiperindividualização, pelas instabilidade das condições sociais e dos códigos culturais dificilmente pode ser apresentada como particularmente favorável à saúde e ainda menos à felicidade” (Bizerril, 2002). 

Portanto, como vivenciar no espaço clínico outras realidades culturalmente possíveis sem desautorizar a experiência subjetiva do outro? Podemos, entre outras iniciativas, começar por rever a função do psicodiagnóstico, já que “(...) a utilização acrítica de dispositivos classificatórios opera a reificação das patologias já disponíveis, o que em última instância acaba por fabricar a doença ao definir uma experiência amorfa, conflitiva ou indefinida em termos inteligíveis (e até confortáveis) para @ profissional, mas não necessariamente produtivos para um encaminhamento da experiência d@ paciente. Infelizmente, o contexto de inteligibilidade do diagnóstico psicológico e psiquiátrico clássicos é pró-patologia. Ou seja, o foco está na doença e não na saúde. Como contexto ritualizado, a entrevista diagnóstica realizada pel@ profissional dotada de autoridade
biopolítica para decidir sobre a normalidade de outrem, tende a converter a fala do sujeito em indicador sintomático de uma síndrome. A mesma fala em um outro contexto, como o de uma conversa informal entre amigos, tenderia a gerar outros sentidos. O consultório constitui um setting ritual que predispõe à identificação das experiências do outro como patológicas, em função da própria expectativa característica da situação diagnóstica: é preciso encontrar um nome proveniente do catálogo de doenças para descrever a experiência narrada. Na situação de entrevista diagnóstica, lapsos comuns ou idiossincrasias absolutamente aceitáveis tornam-se sintomas” (Bizerril, 2002).

Como profissionais compromissados com o bem estar do outro não podemos furtar-nos a uma educação rica, interdisciplinar, que se debruce sobre o fenômeno da alteridade levando em consideração sua polifonia. Ao nos atermos aos conteúdos restritos das bulas acadêmicas nos tornamos agentes coniventes com um sutil pogrom (um paradoxo interessante) de desertificação, por normatização acrítica, do ser-no-mundo do outro. Retomando uma afirmação feita num post anterior, ao fazer discurso em nossas práticas clínicas, que agenciamentos estamos reiterando ou propondo? O biomédico? Um compêndio de nossas crenças pessoais? Uma reafirmação do hiperindividualismo do capitalismo tardio? Antes da transferência há um lócus de onde ela se origina, como está configurado esse lócus que é você, que sou eu? 

Para mais insumos que enriqueçam as reflexões que podem, ou não, surgir do meu comentário, aconselho vivamente a ler na íntegra o texto do Professor Bizerril.

Saia do seu espaço de conforto.